Ya sabemos que es típico de Navidad que haya marisco en la mesa, pero no siempre tiene que ser de la misma forma invariable: cocido, a la plancha, en cócktel y pare usted de contar.
Muchos piensan que si no hay marisco en la mesa es que no es fiesta, por ejemplo mi madre. Un año le prohibimos poner marisco, no había ni uno en la mesa muy a su pesar...y mi hermana se inventó un juego que duraba todo el transcurso de la cena. Cada uno teníamos algo que hacer o decir, o no poder hacer o decir...y a mi madre le tocó decir '¡qué buenas están las gambas!' cada vez que pasaba algo en concreto. Al final no fue tanto disgusto el que se llevó en comparación a las risas que se echó.